lunes, 1 de diciembre de 2008

Si alguna vez te preguntas donde estoy


Si alguna vez te preguntas dónde estoy, será fácil imaginarme ahogado en el silencio en un lugar en el que el cielo dejó de ser azul, abandonado al invierno y dejando que el viento me corte las venas para, en su dolor, volver a llorar lágrimas mudas por un pasado que no vuelve y un presente que se repite cada día para derrotarme en cada minuto que pasa.

Si alguna vez te preguntas dónde estoy, será fácil encontrarme. Me hallarás recordando que llamé a tu puerta desnudo y me vestiste con tu vida millonaria de emociones y bondad existencial.

Estaré donde yacen las cosas sin contornos ubicuas en el más allá de la inexistencia que las funda, con las manos cruzadas guardando la inútil purga de tu ausencia, soportando el flujo de las noches dentro de un estar que es olvido; dentro del fondo sin memoria de la eternidad, donde un minuto tuyo, un segundo incluso, es capaz de hacer que mi alegría se eleve al infinito.

Ya sabes dónde estoy: donde me encuentro tuyo, en un mundo que no existe porque mi mundo eres tú.

Me quedo aquí, en la gris espesura de las palabras que pronunciamos y las miradas que asumieron nuestras luces más internas. Me quedo aquí, donde la angustia construye mi horizonte y llueve soledad. Yo no puedo repetirte lo que nunca ignoraste de mi alma, lo que siempre supiste de mi abismo. Tan sólo sé que el tiempo me traerá la calma; que la noche encendida acabará en cenizas y los recuerdos todos en cantos funerarios

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